La joven Piper Perri, una rubia con cara angelical y de cuerpo pequeño, no tiene apariencia de la golfa que es en realidad. La otra tarde, mientras pasaba en la rato en la piscina, conoció y ligó con un negro con pollazo. Allí mismo, y sin perder el tiempo, empezó a comerle la enorme polla de chocolate, y antes de dejarse llevar del todo, se fueron a su casa. Allí ya se volvieron locos de lo calientes que estaban y follaron como animales. Piper no recuerda haber practicado sexo antes con una polla tan gorda.