Una joven pelirroja está ingresada en el hospital, y en la cama de al lado de su habitación hay un viejo al que no le quita el ojo de encima, quizás por morbo o solo por aburrimiento. Al final se lanza y cuando se va la enfermera se sube encima de él para comerle la polla, el viejo le devuelve el favor metiéndole los dedos y la lengua, y después la pone a cuatro patas para meterle la polla.