Gina Valentina se había propuesto muy en serio lo de aprender a jugar al tenis, y su marido le contrató un entrenador solo para ella. Cuando estaban en la cancha y tras unos tiros, ella ya estaba aburrida, y como siempre, prefirió entretenerse con sexo. Le bastó con tontear un poco para ponerse a follar con el entrenador allí mismo, al aire libre, a vista de cualquier curioso que pasara por allí.