No sabía donde estaba su mujer, pero cuando se la encontró estaba totalmente desnuda y esperando por él para que le pusiese aceite en sus voluminosas nalgas. En principio el uso del aceite era para broncearse, pero luego se le ocurrió usarlo como lubricante. Y es que con esas nalgas brillando al sol, el chico empezó a metérsela por detrás bien fuerte mientras la rubia no paraba de gemir de placer.