La otra tarde mi vecina llegó a mi casa muy enfadada, por lo visto se había peleado con su novio y yo soy su paño de lágrimas. No perdí el tiempo y la convencí de que la mejor terapia era el sexo, así se olvidaría de sus problemas y nos pusimos manos a la obra. Me la follé en el suelo del salón, sin que el cornudo de su novio se enterara de nada, incluso me corrí sobre sus tetas.