Llegó a casa una hora antes de lo que había dicho a su niñera, y al entrar por la puerta se la encontró masturbándose sobre el sofá. Verla así no le gustó en absoluto, aunque también le puso la polla dura como una piedra, así que quiso castigarla de alguna manera para que no volviera a hacerlo nunca más en su casa. Le chupó los pechitos y le metió un par de dedos para dilatarle el coño y luego se la folló lo más duro que pudo mientras ella no paraba de gemir de placer.