Una joven morena colegiala nunca antes había aprobado un examen con tanta facilidad. El día del examen estaba enferma, y su profesor accedió a hacérselo días más tarde en una tutoría, sin más alumnos en el aula. La verdad es que no había estudiado demasiado, pero se presentó de todos modos, y menos mal que lo hizo. Mientras ella intentaba responder alguna pregunta, ni corto ni perezoso, su profesor se metió debajo de la mesa y le comió el coño, metiéndole la lengua y chupando con ganas. Ella, muy excitada, no dudó en devolverle el favor comiéndole la polla. Al final terminaron follando descontrolados sobre la mesa, sin acordarse del examen que estaban haciendo.