Tras salir de compras, me hice con nueva lencería sexy y decidí probármela en casa. No pude esperar a quedar con un chico y tras ponérmela, la verdad es que me sentí como una diosa. Cada vez que me miraba al espejo me ponía más cachonda y al final, no pude evitar meterme mano por debajo de las bragas. Me fui quitando algunas prendas y finalmente, acabé abierta de piernas y apoyada en la pared, mientras usaba mis dedos para lograr llegar al orgasmo varias veces.